jueves, 3 de junio de 2010

Escucha hijo, que te cuento...

Ilustración: Isabel Hojas



Hoy es tu cumple y en mí se mezclan sentimientos tan variopintos que igual lloro que sonrío y una atmósfera a la que le faltan colorines me estremece. Y es que durante años te he felicitado desde el orgullo y la admiración y hoy me apena no sentir y poder gritar a los cuatro vientos que te siento de la misma manera. Y sin embargo la tristeza no me llega cuando mi mente te evoca, sino cuando me enlazo a mí misma y me doy cuenta de que, en el fondo, algo no estoy haciendo bien. Será que no te entiendo bien, que no cabe en mi estrecha mente que no priorices cuestiones que para mí son fundamentales para tu desarrollo. Pero es que, mi vida, deseo lo mejor para ti. Y esta falta de superación en lo referente a lo escolar me preocupa. Y me preocupa que no tengas inquietudes que no vayan más allá de quedar con tus amigos. Y me apena que no me cuentes tus cosas, que no encuentres en mí a alguien en quien poder confiar. Y me da rabia que no colabores más en casa y ayudes a que nuestra casa sea eso, nuestra.
Soy consciente de que me falta la paciencia necesaria para controlarme y respirar profundo en vez de gritar y perder la calma cuando no cumples con tus obligaciones como estudiante y como persona que comparte casa conmigo. Siempre tengo la sensación de que se me va el tiempo para educarte, que estoy llegando tarde a todo para contigo, que te me escapas de los dedos, que te pierdo, con lo dentro de mí que has estado siempre, con lo unidos que hemos estado siempre, con la necesidad de arrumacos que tenías cada noche antes de dormir...
Y sé que te tengo que demostrar de mejor manera el amor que te tengo. Y es que es verdad, mi amor, que te quiero con locura. Sabes que eres mi prioridad desde que naciste. Sin embargo a veces me pierde la boca, me pierden los gritos cuando veo que no reaccionas ante mis consejos.

Lo siento mi niño. Hoy no me sale escribirte un texto contando maravillas.

Sin embargo siempre me saldrá decirte que te quiero, que deseo lo mejor para ti, que sigo deseando las estrellas para ti, que a pesar de mis salidas de tiesto, nunca me faltas el respeto con tus palabras, que no te revuelves contra mí, que sé que esa esencia de buena persona sigue en ti, que cuando te pones las pilas y vas funcionando más o menos bien, la dulzura que te caracteriza sale a flote y me haces la madre más feliz del mundo.

Hoy vendrán tus amigos a comer a casa. Es una sorpresa. Les he llamado a todos y cuando llegues del insti, ellos se habrán adelantado y estarán aquí en casa, esperándote, para cantarte el cumpleaños feliz y apagar las velas de una tarta que llevarán en su luz el deseo de una persona mejor, con más inquietudes, con deseo de crecer y superarse, de no conformarse con el poco, de ir a más, de pensar en el resto del mundo y no quedarse en el único disfrute de ti mismo.

Sé que todo va a mejor, hijo mío. Lo sé.

Te quiero infinito, ida y vuelta y hasta el más allá. Siempre.

Mamá,


¡¡¡Feliz cumpleaños!!!