jueves, 16 de julio de 2009

Cine y sueños



Hace un par de días llegué a la playa.

¡Asombroso!

No hay sal ni arena. Un mar de agua dulce mece unas olas que mueren en orillas de verde hierba.
Los turistas son verdaderamente raros. Todos hablan un español tan claro, que mi abuela da saltos de alegría. No hay ni chiringuitos ni nada similar. Parece que no haya niños ni adolescentes molestando con el chumba-chumba de sus casetes. La paz reinante no es quebrantada siquiera por vendedores de gafas y cinturones. De vez en cuando, algún morenazo con cuerpo de vértigo pasa entre las hamacas ofreciendo jugosos y refrescantes zumos que mitigan mi sed.
Entre vuelta y vuelta para tomar el sol, unas chicas pasean con unos carritos cargados de libros regalándonos la posibilidad de leer títulos de rabiosa actualidad. Si coincide que estas bocabajo, te extienden el aceite solar a base de masajes relajantes que te sumen en un sueño corto pero placentero.
De camino a casa, en el paseo que separa la playa de mi apartamento, unos cocineros ataviados con unos gorros altos de popelín, me aguardan con unas bandejas en las que cada día una comida diferente me permite disfrutar de la gastronomía del lugar.

Todo es extraño. Parece que el mundo se ha vuelto del verrés y tú ni siquiera estás en mi presente. Te busco, pero no existes.


Así que esta mañana me he pellizcado muy fuerte y he despertado del sueño profundo en el que me había secuestrado Morfeo.


Y ahora soy más feliz. Los niños andan jodiendo con la pelota. Las guiris exhiben sus tetas socarradas por el sol, me chiflan las cañitas del chiringuito de mi playa y me rebozo en la arena como una croqueta.


Pero estás tú. Aunque no presente, presides el lugar de honor de mi pensamiento y mis sueños. Sigues existiendo.

Ese viernes… ¡¡qué lejos está todavía!! Lo imagino de... ¡¡¡cine!!!




Imagen: Leandro Lamas
Música: Cine de Luis Eduardo Aute
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Lo sienyo, olvidé el abono en mi casita, la-lara-larita